jueves, 22 de julio de 2010

La gran muralla china de Almería

El pasado verano, después del terrible incendio que arrasó la Sierra Cabrera, quedaron al descubierto los miles de metros de muritos que escalonan las laderas de esta rica cordillera de aromas marinos, cuyas cumbres llegan a superar los 900 metros de altura a escasa distancia de la costa. 
Los balates, que así se llaman esas hileras de piedra, y las paratas o bancales, que son las terrazas que crean, permitían obtener superficies horizontales en las escarpadas laderas para aprovechar la poca agua que cae en estas tierras. Las más pequeñas, en lugares donde las pendientes eran más pronunciadas, apenas eran suficientes para sujetar un algarrobo; otras más extensas permitían cultivos de secano donde se agrupaban olivos o almendros, y en las que estaban cerca de las minas de agua se plantaban hortalizas y frutales. Además de aumentar la superficie de cultivo, los balates ayudaban a frenar el agua en su caída, evitando la erosión de las laderas.